Extraño visitar su mirada oscura y templada,
y apercollar mi cuello en su cabello.
Su voz, melodía silvestre, ya no escucho retumbar;
sus manos, cálidas-frías, a veces quisiera rozar.
Ya no está. Se ha ido.
Es un minúsculo vacío.
Sola, maltrecha.
Se aleja en un delirio.
Ahora su imagen me es esquiva.
Me es ajeno el recuerdo
-alguna fecha de 1999-
viernes, agosto 15, 2008
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